Strade Bianche: Alaphilippe: ¿el heredero?

 

Un año más se nos fue la Strade Bianche. Nos da pena que quede un año hasta la próxima edición, pero al estar situada al comienzo de la temporada de clásicas, el hype por los monumentos es superior a la pena que nos da dejar atrás una carrera preciosa.

Porque la Strade Bianche, otra cosa no, pero bonita es y mucho. No solo por lo entretenidas que son sus carreteras, sino porque es de esas carreteras en las que no nos importaría que hubiera momentos de impasse para que se nos mostraran imágenes de helicóptero de los bellos campos de la Toscana con sus carreteras blancas.

Pero qué le vamos a hacer, la Strade Bianche es una carrera donde se nos deja poco tiempo para disfrutar del paisaje por la TV, y siempre hay ciclistas queriendo robar el protagonismo a tan bella estampa.

Foto: LaPresse - D'Alberto / Ferrari

Y eso que la carrera no fue la mejor de los últimos años. Hay incluso gente a la que le ha parecido una mala carrera. Pero nada más lejos de la realidad. Fue un carrerón. La carrera estuvo rota desde muchos kilómetros a meta. Solo tienen que hacer el ejercicio de comparar cómo de lejos se rompen las demás clásicas, y cuántos minutos (u horas) de entretenimiento nos dan. Además de calidad. Como escribí en el último artículo, la Strade Bianche nos deja siempre extrañas alianzas. Si el año pasado vimos la alianza Bardet-Van Aert, este año nos tocó ver a Fuglsang-Van Aert-Alaphilippe. Un vueltómano, uno que viene del ciclocross y un ardenero. No lo verán más este año.

La sensación de sobradez de Alaphilippe fue tal que en ningún momento dudé de su victoria desde que enganchó con el ataque de Fuglsang y Van Aert.

Lo malo es que estamos tan acostumbrados a ver a tantos favoritos liarse la manta a la cabeza en esta carrera que puede que nos hayamos malacostumbrado. Tras formarse el corte ganador, no hubo dudas de en qué grupo estaría la victoria. Esperábamos más de corredores como Van Avermaet o los Lotto Soudal (Benoot y Wellens), sabiendo que, sobre todo estos últimos, son corredores que acostumbran a correr adelantando movimientos.

Por cierto, mucho ojo a Maximilian Schachman esta temporada. La persecución man on a mission que se marcó me dejó ojiplático.

¿Lo malo? Las ausencias. Se notaron demasiado quizás. Sobre todo de corredores que han dado tantos minutos de espectáculo en esta carrera como Sagan, Valverde y Kwiatkowski especialmente. También otros como Van der Poel (no puedo esperar para verle ya en clásicas) o Primoz Roglic me vienen a la cabeza. Y la de otros corredores que, por estar disputando París-Niza, no pueden estar en Strade Bianche. Un cambio de fechas le vendría de perlas a esta carrera. Lo tiene más que merecido. Esta carrera empieza a ser prioridad para muchos ciclistas importantes.

Y tras esta pequeña crónica/opinión, paso a formularme algunas cuestiones que me vinieron a la cabeza tras la carrera:

  • ¿El sexto monumento?

No quiero decir que la Strade Bianche merezca tener el título de monumento, pero lo que sí que pienso es que si, dentro de 50 años, se añadiera otro monumento a la lista, sería la Strade Bianche sin dudarlo. Si algo tienen los monumentos es que cada uno es totalmente diferente al otro. No hay dos carreras iguales y cada una se adapta a un tipo de corredor. Por eso hay tan pocos corredores que han conseguido vencer en los cinco. Siguiendo esta lógica, si hay una clásica en el calendario que ofrece algo diferente al resto de carreras, esa es Strade Bianche. Le faltan años, le faltan kilómetros, pero cada año acumula más prestigio. En realidad esto de los monumentos no es más que un invento de alguien hace muchos años, pues no conceden más puntos que el resto de clásicas de máxima categoría, pero el prestigio está ahí. Esta joven carrera ha tenido la facilidad de superar en interés del aficionado, de los corredores y de las marcas a carreras con más de un siglo de historia como la Milan-Turín o el Giro de Emilia.

  • ¿Crecimiento o decrecimiento de Van Aert?

Wout van Aert fue sin duda uno de los grandes nombres del sábado. Tiene un feeling especial con esta carrera y lo volvió a demostrar. Creo que es el ciclista más tozudo que he visto. Si el pobre está acostumbrado a algo este año, es a perseguir. A Van der Poel en concreto. En este caso, fue a Fuglsang y Alaphilippe, corredores que se adaptan mucho mejor a las características de Strade Bianche. El tema es que van Aert está en un año crucial para su carrera rutera. Debe mejorar el rendimiento del pasado año. Está en una escuadra World Tour y en edad de mejorar. Tras un año desastroso con mayúsculas en el barro, debe dar un paso adelante en ruta. Y para mí, está dando señales de ello. De menos a más, tras una discreta Omloop, fue de los 3 más fuertes en la Toscana, y fue el mejor de todos los clasicómanos que serán sus rivales en las piedras (van Avermaet o Benoot, por ejemplo). Su tremenda cabalgada persiguiendo asusta. Es un rodador espectacular y está más pesado y fuerte que nunca. Mi favorito número uno para París-Roubaix. Yo confío.

Foto: LaPresse – D’Alberto / Ferrari
  • Alaphilippe: ¿el heredero?

Sí, me refiero al heredero de don Alejandro Valverde. Y no, sé que no habrá otro igual que Valverde, y que si hubiese otro igual en el futuro, no es Alaphilippe. Me refiero al heredero de las cotas, las ardenas, las llegadas en cuesta. Resulta complicado decir esto después del K.O. del francés en el mundial que se llevó Alejandro, pero ya el año pasado vimos muestras de posible sorpasso. Ganarle a Valverde en Huy en un mano a mano en plenitud de condiciones es la situación ideal para pasarle el testigo. La comparo a cuando Sagan ganó a Cancellara en Flandes. La diferencia es que Valverde no está retirado como Fabian. Espero que Alejandro me dé un golpe de realidad y a sus 39 años y vestido de arcoiris vuelva a ser el coco en las ardenas.

Un artículo de Fran Alarcón para Baggicase.