¡No te rindas!
Es momento de ponerme a trabajar en la selección de materiales textiles para baggicase.
La tarea no es nada fácil, tengo que encontrar alguna empresa que se dedique a trabajar con
textiles técnicos, que confeccione ropa técnica con unas características muy concretas. Creo que lo ideal es que sean fabricantes del tejido para, con su autorización poder disponer del material sin restricciones.
Comienza la búsqueda por la red.
Recopilo bastantes teléfonos y emails, elaboro un correo con mis necesidades y una gran dosis de amabilidad y lo mando, además me presento en una tienda de montaña de Madrid que trabajan este tipo de materiales y de la que me habían hablado bien.
Mi
sonrisa de oreja a oreja nada más entrar nada tiene que ver con el semblante serio y aburrido de la señora que está tras el mostrador. Nada más entrar oigo a personas trabajando en el taller anexo a la zona de venta de productos, se oyen golpes y máquinas de coser trabajando.
¡Buenos días! Quería preguntarle si tiene un par de minutos...
Su respuesta, acompañada del semblante serio no fue muy esperanzadora para mí. Desde ese momento entablamos una conversación que pasaba de la escucha más o menos amable a la irritación. La mujer pensaba que soy
bastante insensato por intentar emprender con algo en este mundo en el que vivimos, y se creyó con todo el derecho del mundo para decírmelo, además con unas palabras muy poco acertadas. Eso mientras recibía llamadas de amigas en el teléfono fijo de la tienda a las que tenia que decir, con todo el dolor de su corazón, que estaba ocupada.
Busqué un momento para despedirme y en cuanto pude salí de allí pitando.
Llegué a casa bastante disgustado y ese amargo sabor que me había dejado la experiencia anterior se tornó en esperanza cuando me llamó el gerente de una empresa de textiles técnicos que había recibido mi email.
Hola, ¿eres Javier verdad? Explícame mejor que es lo que quieres hacer.
Ualá! Mi oportunidad. Bastante nervioso me puse a explicarle todo, seguramente me sobró información y seguramente me faltó, pero tampoco debí hacerlo tan mal cuando me citó en su empresa 15 días después.
Allá fui, con todos mis diseños y mis ideas bien repasadas. Me recibió una persona
muy amable y con empatía con la persona que tenia delante. Me escuchó y dio todos los consejos que pudo.
Me mostró tejidos que ellos utilizan para ropa técnica de montaña,
una gama increíble de textiles, prestaciones y colores. Me dijo que ellos podrían desarrollar el prototipo ya que tienen un equipo que se dedica a ello pero claro, el coste iba a ser elevado. Un equipo de prototipos trabajando en algo durante horas no puede ser económico. Yo estaba dispuesto a pagar lo que fuese, el futuro de baggicase pasaba por allí y estaba seguro de que iban a hacer algo muy bueno.
Pero lo mejor lo tenía guardado para el final. Me dijo que si yo quería ponía a mi disposición toda su fábrica, tejidos y maquinaria para que fuese a trabajar cuando quisiese. Solamente tenía que aportar el coste económico del material que utilizase.
¡No me lo podía creer! Le di las gracias y me comprometí a utilizar todo con el máximo de los cuidados.
Al despedirnos me dijo,
¿a que para ti ahora mismo no hay nada más importante que baggicase?
Al día siguiente ya estaba allí con la ropa de trabajo.